Frida Kahlo

Frida Kahlo: infortunio y arte

 

Magdalena Carmen Frida Kahlo nació el 6 de julio de 1907 en Coyoacán, México, y era hija de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón y González. Él, alemán de Baden- Baden, y ella, mexicana de raíces indígenas y españolas.

Su padre decía que, de las cuatro hijas, Frida era la que gozaba de la inteligencia más brillante, y soñaba para ella la mejor educación. A los seis años, Frida contrae poliomielitis y experimenta dolor físico, algo que la iba a acompañar durante toda su vida. De esta enfermedad le queda la experiencia de guardar cama durante nueve largos meses, la atrofia de la pierna y del pie derecho y unos cuantos problemas con los otros niños del colegio, para los que fue blanco de humillaciones.

Acabada la enseñanza primaria, el padre de Frida la manda al mejor instituto de enseñanza secundaria de México: la Escuela Nacional Preparatoria. La entonces adolescente Frida Kahlo viaja una hora en autobús desde Coyoacán hasta la ENP, en Ciudad de México. Cada día se une allí a «Los cachuchas», su pandilla de idealistas anti-etiquetas del instituto.

Frida vive la euforia de estos años tan fructíferos y conoce el amor con su compañero cachucha Alejandro Gómez Arias, hasta que el destino produce un giro radical en su vida. De soñar con ser médico, conocer a la gente más interesante y disfrutar con los cachuchas, pasa a estar postrada en cama con la columna rota en por lo menos tres puntos y cerca de 18 fracturas en las piernas, cadera y clavícula.

A los dieciséis años, en 1925, la adolescente inquieta y vital sufre un terrible accidente de autobús que la llena de cicatrices y determina su destino de vivir acompañada de dolor físico, corsés, costosos tratamientos médicos y operaciones. Pero también provoca el nacimiento de la pintora Frida Kahlo.

Frida siente una necesidad imperiosa de pintar. La habitación se transforma en taller, con un caballete aguantado por lienzos para que pueda pintar acostada, y un gran espejo en el techo. Durante muchos meses, su imagen reflejada en el espejo es el paisaje reinante en la mente de Frida Kahlo. Y lo pinta sin pudores, sin prejuicios, con la naturalidad de quien pinta la realidad a pesar de que sea dura y cruel.

En 1928 Frida está recuperada y vuelve a tomar contacto con sus amigos de la ENP, ahora universitarios, políticamente activos y frecuentadores de los círculos artísticos. A través de estas relaciones conoce al que será el hombre de su vida, su gran amor o, como lo define ella, el segundo gran accidente de su vida: Diego Rivera, pintor muralista y comunista.

Él queda impresionado, por el arte y por la artista, y se convierte en asiduo frecuentador de la casa de Coyoacán. En 1929 contraen matrimonio. Ella, veintidós años y él, cuarenta y dos. Durante sus años de casada, Frida sufre tres abortos. Su sueño de tener un hijo de Diego Rivera jamás se ve plasmado debido a las secuelas del accidente de 1925. Es traumático para ella.

La pareja Kahlo-Rivera trabaja en Estados Unidos de 1930 a 1934. Diego está en un momento álgido. El reconocimiento de sus pinturas y las relaciones políticas que entabla le entusiasman. Sin embargo, vuelven a México en 1933, pues la salud de la pintora es inestable. Frida anhela pintar con más entrega, pero dos operaciones en el pie derecho y la amputación de cuadro dedos, el tercer aborto y las crecientes infidelidades de Diego la dejan dilacerada. Sobre todo, la aventura amorosa con su hermana pequeña, Cristina Kahlo.

La vida de la pareja transcurre entre decepciones amorosas, nuevas aventuras para los dos, una vida social intensa y una productiva convergencia artística.

Reciben en su Casa Azul, la casa de Coyoacán heredada de la familia Kahlo, a dos históricos personajes: León Trotsky, exiliado y protegido político de Diego Rivera, y más tarde, el surrealista André Breton, quien organiza una exposición en 1939 en París, la primera exposición de Frida en Europa. Pasa antes por Nueva York, donde disfruta del éxito de público y críticas. En Nueva York experimenta el éxito, la libertad financiera y nuevos amoríos. En París, la decepción con los surrealistas y nuevas complicaciones de salud.

El regreso a México trae una nueva crisis matrimonial que la debilita mucho, llevándola a abandonar la casa y sus trajes típicos mexicanos, que tanto le gustaban a Diego. Pide el divorcio.

Pero al final, estando en San Francisco para ser tratada por un viejo amigo médico, se reencuentran. Diego la echa en falta enormemente y acepta todas las condiciones que le impone con tal de que vuelvan a casarse, y después de dos años, vuelven a vivir juntos en la Casa Azul. Al final, nunca han estado separados sentimentalmente.

En la década de 1940, Frida Kahlo ya es una artista de renombre y ha conquistado la admiración de todos los grandes de la época. Los surrealistas dicen que es una de ellos, pero ella no admite etiquetas. En aquel entonces y contemplando uno de sus cuadros, Pablo Picasso confiesa a Diego Rivera que sería incapaz de pintar un rostro como los de Frida.

Exposiciones en México y EUA, invitaciones para ser miembro de asociaciones de arte y cultura, para ser docente de arte, premios… la vida profesional de Frida Kahlo era prodigiosa.

En la misma medida, su salud se deteriora y su reducida movilidad la lleva a dar clases en casa. Debe llevar un corsé de acero y utilizar silla de ruedas o muletas. En 1950 pasa por nueve operaciones, con largos meses de ingreso en el hospital. La relación con Diego es casi nula.

Se hace dependiente del alcohol y de los analgésicos, lo que afecta a la precisión de sus trazos y a su pintura. Los terribles dolores en la pierna derecha la llevan a una nueva cirugía para amputársela. Diego Rivera declara que esto la mataría. Frida, que ya no sale de casa, ahora está hundida en la angustia de no poder pintar y no poder relacionarse, y manifiesta en su diario su terrible prueba. Contrae una neumonía y finalmente fallece durante la noche del 12 al 13 de julio de 1954, a los cuarenta y siete años.

Hoy sus cenizas se encuentran en el Museo Frida Kahlo, situado en la Casa Azul, donada por Diego Rivera a la nación de México. Los derechos de su obra y los de las de Diego también pertenecen al pueblo mexicano, expresando el carácter desapegado y sincero con el que pintó Frida Kahlo.

El reconocimiento por la mujer y por la artista crece con el paso de los años. Frida Kahlo se convierte en un símbolo de autenticidad, de belleza y de feminidad, y su nombre es hoy inspiración de muchos movimientos reivindicatorios.

Bibliografía

«La vida y la época de Frida Kahlo». 25/06/15.  http://www.pbs.org/weta/fridakahlo/life/index_esp.html

Frida Kahlo. Rauda Janis. Circe Ediciones S.A. 14.ª edicion, 1998.

El diario de Frida Kahlo. Un íntimo autorretrato. Carlos Fuentes y Sarah M. Lowe. Editorial RM Verlag, 2006.

Documental Frida Kahlo: https://www.youtube.com/watch?v=8ZZC5XBO_WQ