María Elena Walsh

María Elena Walsh, poeta y cantautora argentina (1930-2011)

María Elena Walsh nació en Argentina y tuvo una larga trayectoria como poetisa, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora. Recibió numerosas distinciones y reconocimientos por su labor y destacó en el ámbito de la poesía infantil así como en su labor de investigación y rescate del folclore argentino.

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María Elena Walsh nace en la ciudad de Ramos Mejía, Buenos Aires (Argentina) el 1 de febrero de 1930, dentro de una familia culta. Su padre, Enrique Walsh, era ferroviario, y trabajaba como contable de Ferrocarril Oeste de Buenos Aires. Era aficionado a la música y tocaba muy bien el piano.

Los abuelos de María Elena llegaron a Argentina en 1872 procedentes de Inglaterra y mantuvieron la cultura popular inglesa en su familia. María Elena se inspirará luego en las tradicionales canciones inglesas para niños, que su padre le cantaba de niña, así como en el hábito de las construcciones verbales con características disparatadas, típicamente británicas. Su madre, Lucía Elena Monsalvo, era argentina.

María Elena se crio en un gran caserón de Ramos Mejía, en el Gran Buenos Aires, muy en contacto con la naturaleza y en un ambiente de libertad respecto de la tradicional educación de clase media de la época. Reflejo de estas vivencias serán la canción Fideos finos y su primera novela, Novios de antaño (1990), de corte autobiográfico, donde relata los recuerdos de su infancia.

Su larga trayectoria la lleva a consolidarse como poeta, escritora, música, cantautora, dramaturga y compositora, y constituye un hito en relación con la poesía para niños.

A los doce años ingresó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, de Buenos Aires. Era tímida, rebelde y muy aficionada a la lectura. A los quince años, publicó su primer poema en la revista El Hogar, titulado Elegía.

En 1947, cuando contaba diecisiete años, la conmueve la muerte de su padre y publica su primer libro, Otoño imperdonable, con el que recibe el segundo Premio Municipal de Poesía de Buenos Aires. Con este notable libro, llama la atención del público hispanoamericano culto.

Los poemas escritos entre los catorce y los diecisiete años sorprenden por su madurez expresiva y por un estilo natural, destacándose Término, donde María Elena lo define como «un sitio donde florecerá la muerte».

A tal punto llamó la atención que fue elogiado no solo por la crítica, sino por los más importantes escritores hispanoamericanos, como Juan Ramón Jiménez, Jorge Luis Borges, Silvina Ocampo y Pablo Neruda.

Cuando finaliza sus estudios secundarios en 1948, aceptó la invitación de Juan Ramón Jiménez de visitarlo en Estados Unidos. Estuvo allí durante seis meses, y fue una experiencia dolorosa que más adelante comentará María Elena: «Con generosa intención, con protectora conciencia, Juan Ramón me destruía, y no tenía derecho a equivocarse porque él era Juan Ramón, y yo, nadie. ¿En nombre de qué hay que perdonarlo? En nombre de lo que él es y significa, más allá del fracaso de una relación».

Sobre mediados del siglo XX vuelve a Buenos Aires, donde frecuentaba los círculos literarios e intelectuales y escribía ensayos en diversas publicaciones.

En 1951 publicó su segundo poemario, Baladas con Ángel. En esta oportunidad, María Elena recurre a la balada para elaborar su obra poética, una forma lírica construida a partir de la musicalidad de esa estructura. Su vida comenzaba a ser de lo más prometedora en el mundo cultural porteño.

En 1948 formó parte del movimiento literario de La Plata. Entre 1951 y 1963 formó el dúo Leda y María junto a Leda Valladares, y entre 1985 y 1989 fue designada por el presidente Raúl Alfonsín para integrar el Consejo para la Consolidación de la Democracia. Entre los artistas que difundieron el cancionero se destacan el Cuarteto Zupay, Luis Aguilé, Mercedes Sosa, Rosa León y Joan Manuel Serrat, y la pintora Norah Borges, hermana del escritor Jorge Luis Borges, ilustró alguno de sus libros.

Ha sido galardonada y homenajeada en reiteradas ocasiones y en distintos ámbitos: obtuvo el Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Autores y Compositores (SADAIC) y el Premio del Fondo Nacional de las Artes. Es doctora honoris causa por la Universidad Nacional de Córdoba, y Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires; la embajada de Polonia la condecoró con la Orden de la Sonrisa.

En 1952, con Leda Valladares, se instala en París. Llaman la atención con canciones folclóricas de tradición de la región andina argentina, con ritmos como carnavalitos, bagualas y vidalitas.

Luego de cantar en cafés y boîtes, consiguen un contrato en el cabaret Crazy Horse. Allí se relacionaron con otros artistas, como la chilena Violeta Parra o la estadounidense Blossom Dearie, y grabaron sus primeros álbumes, Cantos de Argentina (1954) y  Bajo los cielos de la Argentina (1955).

Regresan a Argentina en 1956, y viajan en gira reuniendo más canciones tradicionales, que grabarían luego en sus dos primeros álbumes: Entre valles y quebradas vol 1 y Entre valles y quebradas vol 2, ambos de 1957. Muchas de esas canciones se instalarían en el cancionero folclórico.

En esa época se decantan los intereses personales de las dos componentes del grupo, donde María Elena Walsh se inclinaba a la creación de nuevas expresiones, orientándose hacia los valores de la justicia social, el feminismo y el pacifismo.

En ese mismo año, María Herminia Avellaneda le propone a María Elena escribir guiones de televisión para programas infantiles. Entre ellos se destacó Buenos días Pinky. El programa duró solo tres meses, pero alcanzó un éxito notable, que le valió dos premiosMartín Fierro al mejor programa infantil y el premio Argentores para la propia María Elena como guionista, otorgado en 1965.

Con esa experiencia vio la posibilidad de crear un género similar a un «cabaret para niños» o un «varieté infantil», que revolucionaría el mundo del espectáculo, el folclore y la música infantil. Los sueños del rey Bombo se estrenó en el Teatro Auditorium de Mar del Plata el 2 de febrero de 1959 por El Teatro de los Niños de Roberto Aulés. La obra pasa, en marzo del mismo año, al Teatro Presidente Alvear de Buenos Aires; en 1962 se repuso en el Teatro Cómico. El texto original está perdido y el único documento sobreviviente son las ocho canciones, editadas por Ricordi para voz y piano. La marcha del rey Bombo y El gato Confite formarán parte del libro Tutú Marambá, publicado en 1960. Este libro incluye también algunos otros textos del espectáculo Rey Bombo, como Tringuiti Tranguiti, El vendedor de sueños y La bruja Eulalia.

En 1960 Leda y María cambian su estilo al grabar el disco Canciones de Tutú Marambá, en el que cantan canciones infantiles que Walsh había escrito para los guiones de televisión. Allí se incluyen las primeras cuatro canciones que harían famosa a María Elena Walsh en la música infantil: La vaca estudiosa, Canción del pescador, El reino del revés y Canción de Titina.

El siguiente espectáculo musical dramático para niños fue Canciones para mirar, que el dúo puso en escena en la Sala Casacuberta del Teatro Municipal General San Martín de Buenos Aires, en 1962. Inesperadamente, el espectáculo tuvo un enorme éxito, impulsando la preparación de un nuevo show para 1963 y se convirtió en uno de los acontecimientos culturales más importantes de la historia cultural argentina.

Doña Disparate y Bambuco fue la última presentación de Leda y María. El nuevo espectáculo contó con un presupuesto mucho mayor, siendo dirigido por María Herminia Avellaneda. En 1990 se repuso la obra, y estuvo en cartel durante tres temporadas, desde 1990 hasta 1992.

Para entonces Leda y María ya tenían decidido que querían seguir caminos distintos. Antes de separarse, en 1963, grabaron Navidad para los chicos, que reúne cuatro canciones navideñas de Walsh, en las que ambas cantan con Roberto Aulés.

En 1965 publica Hecho a mano, su cuarto poemario para adultos. En él publica un canto a las mujeres de todo el mundo.

Vengo a decir que en los rincones

más difíciles del planeta

están cantando las mujeres

con voz de pueblo escarmentado.

Se supone que vociferan

para morir un poco menos.

Solo el dolor, la fiebre, el odio

el desafío y la desgracia,

solo una luz inofensiva

cantan las mujeres que cantan.

Fadistas de Portugal,

enlutadísimas de España,

inclinadas segando siegan

espirales de rabia y queja,

liquidan su ración de sueño

con furiosa maternidad.

Coyas, princesas miserables

de una América de arpillera,

queman ancestro alcoholizado

en lamentos como cuchilladas.

Hay que dejarse herir,

caer en su dolor, amar su llanto

y comprobar cómo la tierra

busca sus desolados huesos.

Brujas pálidas de Oriente,

lustradas hechiceras de África,

custodias de padecimientos,

celebrantes de la miseria

que lamentan inútilmente

fatalidades ordenadas

por dioses vanos y hombres crueles.

Les asignaron sed atávica,

desesperada obligación,

y ellas amenazan morir

en repertorios de quejido,

de belleza perdonadora.

Solo vengo a decir que cantan

y que el mundo no se arrepiente

de sus gargantas infernales,

de sus corazones prohibidos.

Solo vengo a decir que acaso

nos están echando la culpa.

En 1968 estrenó su espectáculo de canciones para adultos Juguemos en el mundo, que constituyó un acontecimiento cultural que influyó notoriamente en la nueva canción popular argentina, que ya venía proponiendo un nuevo enfoque desde diversos puntos de vista, como el Movimiento del Nuevo Cancionero impulsado por Mercedes Sosa y Armando Tejada Gómez, el tango moderno, que tenía su epicentro en Astor Piazzolla, y la Balada para un loco, que al año siguiente compusiera con Horacio Ferrer, o las canciones de Nacha Guevara y Alberto Favero que comenzarían a mostrar también al año siguiente en Anastasia querida. Como había hecho con sus canciones infantiles, María Elena Walsh mostró en Juguemos en el mundo un estilo de composición marcado por la libertad creativa y temática. Sus letras aportaron innumerables temas a la canción de protesta latinoamericana, que floreció en esos años (Los ejecutivos, ¿Diablo estás?), pero también introdujeron temáticas prácticamente ausentes del cancionero argentino, como la emigración (Zamba de Pepe, dedicada al fotógrafo Pepe Fernández) o el peronismo (El 45). El espectáculo incluyó Serenata para la tierra de uno, una  de sus creaciones más destacadas que, bordeando la canción de protesta sin serlo, está construida como una canción de amor a su país, como si se tratara de un amante:

Porque me duele si me quedo,

pero me muero si me voy

con todo y a pesar de todo

mi amor yo quiero vivir en vos.

La censura impuesta por la dictadura militar en julio de 1978 la lleva a tomar la decisión de no cantar más en público ni a componer más. No obstante algunas de sus canciones se volvieron símbolo de la lucha por la democracia, por ejemplo: Como la cigarra, Canción de cuna para un gobernante, Oración a la Justicia, Canción de caminantes, Postal de guerra o su versión de Venceremos, la marcha del movimiento por los derechos civiles en Estados Unidos.

El 16 de agosto de 1979, María Elena publicó en el suplemento cultural del diario Clarín un artículo titulado «Desventuras en el País Jardín-de-Infantes», título que en 1993 se convertirá en un nuevo libro.

En esta época de dictadura se expresará así:

Hace tiempo que somos como niños y no podemos decir lo que pensamos o imaginamos. Cuando el censor desaparezca ¡porque alguna vez sucumbirá demolido por una autopista!, estaremos decrépitos y sin saber ya qué decir. Habremos olvidado el cómo, el dónde y el cuándo y nos sentaremos en una plaza como la pareja de viejitos del dibujo de Quino que se preguntaban: «¿Nosotros qué éramos…?».

En 1985 fue nombrada Ciudadana Ilustre de la Ciudad de Buenos Aires. En 1990, doctor honoris causa por la Universidad Nacional de Córdoba y Personalidad Ilustre de la Provincia de Buenos Aires.

En 1994 apareció la recopilación completa de sus canciones para niños y adultos, y en 1997, Manuelita ¿dónde vas?

En 2000 recibió, asimismo, el Gran Premio de Honor de la SADE. También obtuvo dos Premios Konex de Platino en 1981 en la disciplina Infantil, y en 1994 en la categoría Literatura Infantil.

En 2014 recibió el Konex de Honor, premio otorgado a la figura fallecida más importante de las letras argentinas.

Murió en Buenos Aires, el 10 de enero de 2011, después de una larga enfermedad.