Marija Gimbutas, la cultura matriarcal de la vieja Europa

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Marija Gimbutas fue una arqueóloga de reconocido prestigio, gracias a cuyas investigaciones salió a la luz la cultura matriarcal de la vieja Europa como sustrato anterior a todas las manifestaciones patriarcales que se dieron después. Sus amplios conocimientos de arqueología, religiones comparadas, mitología, folclore y lingüística y su conocimiento de más de 20 lenguas recibieron la justa admiración de Mircea Eliade y Joseph Campbell, entre otros.

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 «Marija Gimbutas, que desenterró imágenes de diosas y consiguió pruebas de la existencia de la Cultura de la Diosa Madre en yacimientos arqueológicos de la vieja Europa, es el ejemplo perfecto de una mujer-atenea, de mente preclara, que pasó a convertirse en una esplendorosa anciana-metis en la tercera etapa de su vida. Ella supo encontrar los vínculos necesarios para extraer sus propias conclusiones gracias a sus amplios conocimientos de arqueología, religiones comparadas, mitología, folclore y lingüística» (Jean Shinoda Bolen: Las diosas de la mujer madura).

 

Marija Biruté Alseikaité, conocida mundialmente como Marija Gimbutas, nació el 23 de enero de 1921 en Vilna (Lituania) y murió el 2 de febrero de 1994 en Los Angeles (Estados Unidos). Fue una importante y reconocida arqueóloga y antropóloga, profesora de Arqueología Europea en la Universidad de California, Los Angeles (UCLA), y especialista en las culturas matriarcales de los primeros siglos en el continente europeo (7000 al 3500 a. C.). Ella demostró que estas culturas prehistóricas agrícolas y sedentarias, fueron socialmente superiores a las de la posterior etapa patriarcal, nómada y guerrera, que se impuso a través de las oleadas migratorias indoarias que comenzaron a llegar a Europa a partir del 4500 a. C. y que la historia sigue considerando como socialmente más avanzada.

Marija Gimbutas es autora de numerosas publicaciones, entre las que hay que destacar sus tres últimos libros: Diosas y dioses de la vieja Europa, El lenguaje de la diosa y La civilización de las diosas. Del primero, una obra de referencia convertida ya en clásica, comentó Mircea Eliade: «Este libro, espléndidamente ilustrado, proporciona una documentación arqueológica que resulta muy difícil de encontrar en otro lugar». Igualmente recibió grandes elogios del historiador y mitólogo Joseph Campbell por su labor de aproximación a la mentalidad y el simbolismo religioso de las sociedades agrícolas primitivas de la parte sudooriental y central del continente europeo, al que ella llamaba «la Vieja Europa».

En 1956 fue la primera estudiosa que vinculó la investigación lingüística (en este terreno poseía conocimientos de veinte lenguas) con los hallazgos arqueológicos, y fue también quien identificó la patria de los pueblos guerreros indoeuropeos que fueron estableciéndose en Europa. Siguiendo los patrones socioculturales del Neolítico –sobre todo las figurillas femeninas como punto clave de la interpretación–. define una sociedad predominantemente matriarcal que, con la llegada de los Kurgan, como ella llamó a los invasores, cambió del sistema matriarcal al patriarcal que aún hoy perdura.

Fue en un momento de transición, en la década de los sesenta –en la que la mujer parecía haber ganado ya definitivamente el terreno que se le negaba en el campo de la ciencia y la investigación–, cuando Marija Gimbutas empieza a hacerse un nombre en Europa y América con sus publicaciones en torno a las más antiguas culturas agrícolas del viejo continente europeo, a raíz de sus intensos estudios y muy cuidadas excavaciones. Entre 1967 y 1980 dirigió cinco excavaciones de enclaves neolíticos en Yugoslavia, Italia y Grecia, e inició el proceso de descifrar los símbolos grabados y pintados que se descubrieron en estos yacimientos.

A pesar de que la primera reacción académica ante sus trabajos fluctuó entre la apatía y la oposición virulenta, ella siempre persistió incansable, publicando nuevas investigaciones sobre sus descubrimientos hasta que sus esfuerzos fueron reconocidos y sus trabajos tuvieron el respaldo que se merecían por parte de la ciencia oficial.

Marija era bajita, modesta, pero muy segura de sí misma: una típica mujer europea con algo de abuela universal y entrañable, que hablaba con dulce acento y aportando siempre una cálida sonrisa. Sus padres pertenecían a la intelectualidad rusa: su madre, Veronika Janulaityté-Alseikiené, fue la primera mujer lituana que obtuvo un doctorado en Oftalmología por la Universidad de Berlín, y su padre, Danielius Alseika, era un conocido periodista; ambos fundaron en Lituania el primer hospital y siempre defendieron la independencia de su país. Marija creció así en un ambiente intelectual, pues sus padres tenían siempre su casa abierta a invitados relacionados con el arte y la cultura.

No duró mucho la felicidad familiar de su infancia. En 1931 la familia se trasladó a Kaunas, donde poco después sus padres se separaron y Marija y su hermano Vytautas quedaron al cuidado de su madre. Su padre fallecería cinco años más tarde. Marija, entretanto, no dejaba de estudiar y en 1938, tras terminar los estudios secundarios, ingresó en la Universidad Vytautas Magnus, donde se matriculó de Lingüística, y, poco después, volvería a Vilna para completar su formación, cursando estudios de postgrado en Arqueología, Lingüística, Etnología, Folclore y Literatura.

Ya en aquellos años empezó a participar en expediciones etnográficas que analizaban el origen de los mitos y el folclore de la cultura lituana. Aún estudiaba en la universidad cuando los soviéticos invadieron su país; se hizo entonces miembro de la resistencia y más tarde se convirtió en refugiada.

En 1941, mientras trabajaba preparando su tesis, se casó con el arquitecto Jurgis Gimbutas. Fueron momentos felices para la nueva señora Gimbutas, que poco después se doctoró y tuvo a su primera hija, Danuté. Pero la Segunda Guerra Mundial obligó a la familia a alejarse de su patria. La primera etapa de su largo exilio fue Viena, instalándose temporalmente en Alemania, donde Marija prosiguió sus estudios, y en 1946 conseguía el doctorado en Arqueología en la Universidad de Tübingen, especializándose en lingüística, etnología e historia de las religiones. Poco después nacería Zivilé, su segunda hija.

La situación en Europa se hacía cada vez más complicada, por lo que en 1949 los Gimbutas decidieron emigrar a los Estados Unidos, donde Marija empezó a trabajar desde 1950 en la Universidad de Harvard traduciendo libros y textos de arqueología procedentes de la Europa del Este, dando clases como profesora y colaborando en el Departamento de Arqueología.

Sería en 1956 cuando expondría su famosa hipótesis sobre los Kurgan durante una conferencia en Filadelfia. Esta hipótesis planteaba la expansión de unos pueblos venidos de Asia que emigraron a Europa en algún momento de la Edad del Bronce, llevando consigo una lengua, que se definió como proto-indoeuropea. En 1963 se traslada como profesora de lenguas eslavas a la Universidad de California mientras creaba el Instituto de Arqueología y promovía los estudios indoeuropeos.

Otro de sus grandes trabajos se basó en el estudio de la mitología dentro de los restos arqueológicos, lo que dio como resultado el Lenguaje de las diosas y dioses de la vieja Europa, que sería el previo estudio a su famoso El lenguaje de la diosa de 1989. En su último trabajo, de 1991, sobre La civilización de la diosa, hace un repaso a sus hipótesis: siguiendo los patrones socioculturales del Neolítico –sobre todo las figurillas femeninas como punto clave de la interpretación–, define una sociedad predominantemente matriarcal, que cambió completamente con la llegada de los Kurgans a Europa y la imposición del sistema social patriarcal.

Como ella afirma en la conclusión de su libro Diosas y dioses de la vieja Europa: «La más antigua civilización europea fue salvajemente destruida por el elemento patriarcal y nunca se recuperó, pero su legado persistió en el sustrato que alimentó posteriores desarrollos culturales europeos. Las creaciones de la vieja Europa no se perdieron; transformadas, enriquecieron enormemente la psique europea».

El 2 de febrero de 1994 fallecía Marija Gimbutas en Los Angeles a la edad de setenta y tres años. Sus restos serían llevados a Lituania, su patria, donde fueron enterrados en el cementerio de Kaunas.

Nos han hecho creer que la civilización occidental comienza con los griegos –porque la historia así lo afirma–, pero aunque en arqueología nunca se pueden dar verdades absolutas, lo cierto es que la sensación que transmiten las propuestas que hizo Marija Gimbutas sobre la existencia de las viejas culturas matriarcales nos hace desear no solo que sean ciertas, sino que vuelvan algún día para mejorar nuestro deteriorado mundo. Hoy sabemos que en las culturas donde predomina la influencia femenina no hay que buscar el «mando» de la mujer, sino la prevalencia de sus valores femeninos: la energía, la vida, el amor y la sabiduría.