Kathleen Ferrier

Kathleen Ferrier (1912-1953)

Kathleen Ferrier tuvo una carrera breve pero intensa. Cantante y pianista, su voz cautivó a quienes tuvieron oportunidad de escucharla y gozó de una merecida fama durante los años que dedicó a su profesión.

 

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Si alguna vez os conmovió una voz, si llegó a vuestros corazones, si vuestra alma se ennobleció y rozó por un instante la armonía del universo, esa voz que escuchasteis bien pudo haber sido la de Kathleen Ferrier. En su corta vida, y aún más corta carrera profesional, fue a los veinticinco años cuando su marido, que era el gerente del banco de Silloth, en la costa de Cumbria, Inglaterra, le apostó que no se atrevería a concursar en el prestigioso Festival Carlisle en 1937 como pianista y como cantante. Con su talento nato y su humildad característica, no solo no se negó a participar; Kathleen aceptó el desafío y participó en el festival concursando como pianista y como contralto. Consiguió los dos premios y ganó el primer premio a la mejor cantante en el festival. El Festival Carlisle fue un punto de inflexión, pues permitió que su dulce voz llegara al gran público, que se conmovía al escucharla. En 1939 comenzó a participar en emisiones de radio como cantante.

A partir de allí se centró en el campo del oratorio, y así continuó durante la primera mitad de los años cuarenta. Kathleen formaba parte del Bach Choir de Londres, una agrupación coral con la que dio conciertos por toda Inglaterra. Cuando Benjamin Britten la escuchó, su voz lo cautiva y decide convocarla para hacer una audición en su propia casa. Después de esta prueba, Britten y su libretista, Ronald Duncan, se pusieron de acuerdo para dedicarle el papel de Lucretia, la protagonista de la ópera La violación de Lucrecia, que la cantante estrenó en el festival inglés de Glyndebourne en el año 1946, con un éxito increíble, que se debió también a la simpatía y expresividad de Kathleen sobre el escenario. En la temporada siguiente, la del año 1947, Kathleen Ferrier volvería a Glyndebourne para interpretar allí el personaje de Orfeo, de la ópera Orfeo y Eurídice, del compositor Christoph Willibald Glück. Estos fueron los dos únicos papeles de ópera que la contralto interpretó. Entre sus interpretaciones más memorables, dejando aparte los dos personajes operísticos, destacan su versión de la obra Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra), de Gustav Mahler, así como el papel del ángel en el oratorio The dream of Gerontius (El sueño de Geroncio), del compositor Edward Elgar.

En toda su carrera mantuvo su encanto natural, su nobleza, su humildad, el humor y el amor por la verdad, las personas y la vida.

Esto la llevó a participar en el Consejo para el Fomento de la Música y las Artes, y el Consejo de las Artes de Gran Bretaña. En aquellos tiempos de guerra, estas instituciones estaban haciendo un trabajo sin igual para llevar música a la gente en las fábricas, aldeas y albergues de Gran Bretaña; durante los años de esa época tan dura, la voz inigualable de Kathleen llenaba el corazón del público.

Su carrera profesional crecía cada vez más. Las giras del Consejo para el Fomento de la Música y las Artes fueron una experiencia dura, pero valiosa e importante para Kathleen. Los viajes en tiempos de guerra fueron extremadamente difíciles, con muchas privaciones y sacrificios. Cantó en salones de iglesia, cines, escuelas y fábricas; de hecho, en cualquier lugar donde se pudiera reunir a un grupo de gente.

Con la formación recibida en la Real Academia de Música y el Royal College of Music, Kathleen tenía en su haber conocimientos, su voz celestial y un corazón generoso que le daba el entusiasmo suficiente para seguir regalando su canto. Un periódico de la época dijo de ella: «Es un éxito sin precedentes para una estudiante tan joven».

Su debut en Nueva York tuvo lugar en 1948 donde recogió grandes elogios. Así comenzó grandes giras internacionales por América y Europa. Su éxito se vio interrumpido por un cáncer de mama, pero al salir con éxito de la operación retoma su vida con el canto después de un período en el hospital. Recorrió de nuevo su país y el extranjero haciendo muchas colaboraciones geniales con Roy Henderson, Benjamin Britten, Sir John Barbirolli y el gran director alemán Bruno Walter, para quien fue su intérprete favorita para llevar el trabajo del compositor Gustav Mahler a una audiencia mucho más amplia.

A lo largo de 1952 sufrió nuevos problemas de salud y tuvo que realizar un nuevo tratamiento. Su temperamento determinado y su sentido de responsabilidad la llevaron a cumplir todos los compromisos mientras seguía el tratamiento regular del hospital.

Kathleen y Sir John Barbirolli estaban trabajando en una versión en inglés de Orfeo, trabajo que la mantenía activa dentro del mundo de la música. Después de una nueva operación, su condición física continuó deteriorándose y fue ingresada de nuevo en el hospital.

A pesar de la brevedad de su vida, en los diez años aproximados de fama que tuvo, Kathlen Ferrier logró más de lo que la mayoría de los cantantes lograron en su carrera. En un homenaje que se le hizo, Bruno Walter dijo que los mayores privilegios en su vida fueron haber conocido y trabajado con Kathleen Ferrier y Gustav Mahler, en ese orden.

Esta maravillosa cantante inglesa que había nacido el 22 de abril de 1912 en Lancashire, Inglaterra, y que regresó al mundo celestial donde pertenecía su voz el 8 de octubre de 1953 en Londres, nos sigue deleitando desde sus grabaciones, por su talento exquisito, por su entusiasmo, su amor y esa armonía arrebatadora que la caracterizaba.