Celia Viñas

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Celia Viñas fue una excelente educadora, que enseñó a sus alumnos en el marco de los valores de bondad, libertad, sinceridad y afecto. Nació en Lérida en 1915 y murió en Almería, donde residió parte de su vida. Es en esta ciudad andaluza donde escribe el grueso de su obra literaria en lengua castellana.


Celia Viñas, educadora y poetisa

Celia Viñas es una poetisa poco conocida. Ella era una persona inquieta y vital que se interesó por diversos aspectos del arte y la cultura. Fue una excelente educadora, enseñó a sus alumnos en la bondad, en los valores de personas libres, en la sinceridad y en el afecto. Así, las distintas generaciones de estudiantes que pasaron por sus manos la recordaron siempre con vivo cariño.

Nació en Lérida en 1915 y falleció en Almería en 1954. Su infancia y juventud transcurren en Palma de Mallorca, donde se trasladó toda la familia buscando un clima mejor para su madre, que padecía reumatismo. En este lugar tomará pronto contacto con los ambientes intelectuales de las islas.

Más tarde estudia Filosofía y Letras en Barcelona, siendo una estudiante aplicada, y se mueve dentro de los ambientes teatrales. Su actividad durante estos años es incesante. Participa de la vida literaria y teatral mientras obtiene un puesto de becaria en el Centro Superior de Investigaciones Científicas. La amistad con escritores como Josep M.ª Llompart y la maestría de nombres clave de la literatura catalana en las islas, como Bartomeu Rosselló-Pòrcel o Gabriel Alomar, fueron fundamentales en su iniciación literaria.

Inició sus estudios en 1934, pero estos se vieron interrumpidos por la Guerra Civil (17/07/1936-01/04/1939), aunque consiguió graduarse como licenciada en Filosofía y letras en 1941. Para ello acreditó méritos patrióticos, gracias al hecho de haber colaborado en la confección de vendas.

Entre sus profesores universitarios cabe destacar a Rafael Lapesa[1] (está considerado como el maestro indiscutible de la filología española), a Ángel Balbuena Prat[2] y a Guillermo Díaz Plaja[3], que en 1976 se encargó de realizar una antología de la producción poética de la que había sido su alumna para la colección Adonais.

Durante estos años de carrera, Celia amplió su formación realizando cursos muy variados, entre los que destaca el de Literatura Italiana en el Instituto Italiano de Cultura, y asistiendo a actividades culturales como conciertos, conferencias, exposiciones, etc.

Participó y dirigió distintas obras teatrales y también empleó la radio como medio de difusión cultural. Fue asimismo una buena conferenciante y, gracias a ella, se celebró el I Congreso Indaliano[4] (movimiento artístico y cultural que surgió en el año 1943 en la ciudad de Almería y que tiene fin en el año 1963), en Pechina, en 1947, que reunía a un grupo nutrido de intelectuales almerienses.

Era, para España, la década de los 40, una época gris y sombría que estaba necesitada de la alegría y la poesía de muchas personas como Celia Viñas. En Madrid, preparó oposiciones. Opositó, pues, a cátedras de Institutos de Enseñanzas Medias y obtuvo una calificación brillantísima. A su llegada a Almería en 1943, tras obtener la cátedra de Lengua y Literatura con el número 1, habiendo elegido ella misma el destino de esa cátedra, se encontró con una ciudad provinciana, que sufría las consecuencias de la posguerra, sin universidad y sin vida cultural. Y a pesar de esto, ella decide quedarse y llevar a cabo su labor docente, quizá porque le gustaba mucho el mar y el clima mediterráneo. Almería le robó el corazón y allí se quedó para siempre, aunque, en más de una ocasión pudo haber pedido el traslado.

Celia Viñas no siempre fue comprendida por el ambiente provinciano de Almería, porque tenía unas ideas sobre la docencia muy avanzadas para su época. Sin embargo, llevó a cabo allí una labor cultural y dinamizadora increíble. Es en esta ciudad andaluza donde escribe el grueso de su obra literaria, en buena medida –muy obligada también por la situación del Estado español en la primera posguerra– en lengua castellana. Pero esta falta de oportunidades para su obra en catalán no le impide participar, ya durante la década de los 50, en la antología Los poetas insulares de posguerra (1951), ni publicar en Mallorca, en la editorial Moll, su único libro de poemas en catalán: Del fuego y la ceniza (1953).

Ella fue profesora de instituto y mantuvo, como se ha dicho, una relación muy intensa con sus alumnos que, aún hoy, la recuerdan con cariño, como una de las presencias más importantes en su vida.

Se casó con Arturo Medina en 1953, al que conoció en Almería, aunque contrajeron matrimonio en Palma de Mallorca y, por desgracia, su vida se cerró en 1954, a raíz de una triste enfermedad, que ella, en principio, confundió con un embarazo, aunque resultó ser una dolencia en el útero. Celia Viñas murió el 21 de junio, días después de ser intervenida quirúrgicamente.

Celia Viñas publicó, en vida, distintos poemas en revistas, periódicos y boletines, un libro en prosa y cuatro libros en versos, tres en castellano, Trigo del corazón, Canción tonta del Sur (su obra más conocida) y Palabras sin voz, y uno en catalán Del foc i de la cendra.

La recopilación, con poemas escritos entre 1935 y 1939 y entre 1949 y 1953 rezuma una gran sensibilidad y un oficio remarcables, y no es difícil ver que su creación en nuestra lengua, quizá por la influencia de sus maestros mallorquines, destaca sobre la obra castellana, muy marcada por la poesía popular de raíces andaluzas. Participa de tertulias literarias y escribe teatro a cuatro manos con su alumno Tadeo Fuentes, sobre todo la obra Plaza de la Virgen del Mar, estrenada en 1949. También hace montajes teatrales con sus alumnos del Instituto y lleva a cabo una intensa labor pedagógica.

Trigo en el corazón, su primer poemario, es una especie de miscelánea en donde aparecen referencias lorquianas y al folclore. Escribe sus poemas espontáneos, vivos y cargados de energía; Canción tonta del Sur es un libro de poesía infantil, en el que Celia Viñas se deja llevar por la sonoridad de las palabras y por la alegría del público al que se dirige. Contiene sesenta y seis poemas divididos en cinco apartados: nanas, algunos poemas-juego, otros relativos al mundo escolar, otros dedicados a «El mundo del cómo», y poemas religiosos. Su último volumen editado en vida, Palabras sin voz está mucho mejor trabajado y nos habla del paisaje, de los artistas, aunque ha perdido, quizás, el tono espontáneo de sus anteriores libros. A su muerte, su marido publicó Como el ciervo corre herido, que es un libro profundo, lleno de matices personales, que hablan de la muerte, de la angustia, de Dios.

«Catalana de nacimiento, andaluza de vocación», dijo de Celia Viñas Carmen Conde, por su amor a la tierra donde fue profesora y por la musicalidad y alegría que desborda su poesía. Los poemas breves de Celia Viñas son ricos en imágenes y colorido, unen lo culto y lo popular, son intimistas y descriptivos, manifiestan ternura por los niños y conjugan espontaneidad, sonoridad y sencillez. Por otra parte, respiran naturalidad y convicción. El poema final en el segundo libro citado, donde también hay un buen prólogo con información sobre la vida de la autora y explicaciones sobre los rasgos de su obra, dice así:

«La verdad está en vivir / intensamente lo pequeño, / pequeño como un niño / vive su castillo de arena / de verdad» (Poesía última, 1947).

Durante la última década del siglo XX tuvieron lugar varios homenajes en torno a su persona, como el de la revista Lluc, Mallorca, en 1994. El Instituto de Estudios Almerienses ha publicado varios libros de recopilación de su obra, como los textos memorialísticos de De esto y aquello (1995), y un estudio muy completo de Francisco Galera Nogales, Vida y obra de Celia Viñas (1991).

 

[1] Rafael Lapesa Melgar. (Valencia, 8 de febrero de 1908-Madrid, 1 de febrero de 2001). Filólogo español, académico y profesor de Lengua Española.

[2] Ángel Valbuena Prat. (Barcelona, 1900-Madrid, 1977) Poeta, crítico literario y profesor universitario español.

[3] Guillermo Díaz Plaja. (Manresa, 1909-Barcelona, 1984) Crítico, ensayista, poeta y catedrático de Literatura Española.

[4] Los indalianos se agruparon en la literatura alrededor de la poetisa Celia Viñas, y en la pintura, alrededor de la figura indiscutible de Perceval, para reivindicar una regeneración estética basada en los valores trardicionales del sur frente a las vanguardias del norte, lo cual se traduce en una pintura de realismo moderno capaz de plasmar el paisaje almeriense y la figura humana que se identifica con él, de tal manera que ha generado una icografía emblemática de la ciudad y la provincia.