Josefina Aldecoa

Mujeres Geniales - Otras

Maestra, escritora y cronista de la España de la posguerra. Creó un nuevo estilo de enseñanza, dando vida en 1959, en las postrimerías de la posguerra y en plena dictadura franquista, a un colegio al que justamente llamó Estilo, un lugar, un espacio en el que pudo materializar sus anhelos de una escuela libre, moderna y europeísta. Escritores, artistas e intelectuales le confiaron la formación de sus hijos.

_________________________________________________________________________________________

Josefa Rodríguez Álvarez, conocida como Josefina Aldecoa, fue maestra, escritora y cronista de la España de la posguerra. Su labor profesional y gran parte de su carrera literaria se centraron en el mundo de la infancia y la pedagogía.

Nació en La Robla (provincia de León) el 8 de marzo de 1926, en una familia de maestras. Su madre y su abuela se dedicaron a la enseñanza, participando de la ideología de la Institución Libre de Enseñanza, una singular institución fundada a finales del siglo XIX con idea de renovar la educación en España.

Vivió en León, donde formó parte de un grupo literario que produjo la revista de poesía Espadaña, pero a los dieciocho años se trasladó a Madrid para estudiar Filosofía y Letras y, más tarde, se doctoró en Pedagogía, con una tesis sobre «La relación infantil con el arte», que luego publicaría en el libro El arte del niño (1960).

En la universidad entró en contacto con el grupo de escritores de la conocida Generación del 50: Carmen Martín Gaite, Alfonso Sastre, Rafael Sánchez Ferlosio, Jesús Fernández Santos e Ignacio Aldecoa, con quien se casó a los veintiséis años y con el que tuvo una hija.

En 1959 fundó en Madrid el Colegio Estilo, que sería su gran obra, inspirándose en las ideas que expresaba en su tesis doctoral, en los colegios que había conocido en Inglaterra y Estados Unidos y en las ideas krausistas de la Institución Libre de Enseñanza. En esta escuela plasmó todas sus ideas sobre una nueva pedagogía, retomando el proyecto educativo de la Segunda República, a partir de las premisas que configuraban su sueño de siempre: la idea de hacer una escuela activa, donde se diera una importancia primordial a la creatividad y donde a los pequeños se les ayudara a desarrollar sus capacidades en libertad. Fue asesorada en los aspectos legales y económicos por el padre de su querida amiga Carmen Martín Gaite, que era notario de profesión y le dio las necesarias instrucciones sobre el modo de hacer frente a la difícil tarea de la administración del centro. Para elegir el nombre del colegio, Josefina pensó en la palabra griega Stilográfica, que significa pluma, como imagen de la transmisora de la enseñanza, pero como resultaba demasiado larga, decidió abreviarla dejándola en Estilo.

El colegio fue la consecución de un sueño, vivió la transición política manteniéndose siempre fiel a sus principios docentes y a su proyecto educativo de formar a los niños en la libertad de pensamiento, y de lograr el desarrollo y potenciación de las capacidades de los pequeños. Como directora del colegio, Josefina decía que en general se le da más importancia a los planes de estudios que a la raíz de la esencia educativa. Con sus propias palabras describe por qué decidió fundar este centro educativo: «Quería algo muy humanista, dando mucha importancia a la literatura, las letras, el arte; un colegio que fuera muy refinado culturalmente, muy libre, que no se hablara de religión, cosas que entonces eran impensables en la mayor parte de los centros del país».[1]

En 1961 publica su primer libro bajo el título de A ninguna parte, una colección de cuentos. Cuando falleció su marido, abandonó la literatura y se dedicó por entero a la enseñanza.

Fue tras enviudar en 1969 cuando empezó a firmar sus obras con el apellido de su marido, traduciendo para Revista Española el primer cuento publicado en España de Truman Capote, firmando Josefina R. Aldecoa (dejando todavía la R. de su apellido).

En 1981 publica una edición comentada sobre una selección de cuentos de Ignacio Aldecoa. En 1983 vuelve a escribir, y publica Los niños de la guerra.

A partir de entonces, retomó con fuerza su carrera literaria, publicando novelas como Los niños de la guerra (1983), en la que hace una crónica de su generación ilustrada por semblanzas, biografías y comentarios literarios sobre diez narradores surgidos en los años 50, La enredadera (1984), Porque éramos jóvenes (1986) o El vergel (1988).

Tras esto escribiría tres libros autobiográficos.

En Historia de una maestra (1990), la protagonista nos muestra cómo era la enseñanza y el magisterio en la España de 1931, justo antes de que se declarara la II República: «La aspereza forzada de nuestras vidas no nos dolía, acostumbrados a ella desde que nacimos. Pero había algo que nos preocupaba más que el dinero: la falta de consideración social que sufría nuestra profesión. Sabíamos de compañeros que eran auténticos esclavos de los caciques de sus pueblos. Otros, que se convertían en criados distinguidos de unos padres que, en su ignorancia, les exigían dedicación absoluta a lo único que les interesaba: cuentas, cuentas y cuentas. Cualquier intento de hacer de la escuela un lugar atractivo era rechazado por los padres influyentes del lugar».[2]

Mujeres de negro (1994) y La fuerza del destino (1997) eran, en parte, una respuesta al discurso político de los años posteriores a la dictadura, acerca de cómo reconstruir el sistema educativo, al que no consideraba lo suficientemente laico.

En 1998 se publica Confesiones de una abuela, basada en sus experiencias y la relación con su nieto. En 2000 se publica Fiebre, antología de cuentos escritos entre 1950 y 1990, y en 2002 El enigma, novela de temática amorosa. En 2005, con más de cincuenta años de retraso (la escribió cuando tenía veinticuatro años), La casa gris, en la que nos muestra las abismales diferencias entre la España y la Europa de los años 50 del siglo XX, a través de la narración, en forma de novela, de su propia experiencia cuando vivió en Londres.

En 2008 publicó la que sería su última novela, Hermanas.

Entre los premios con los que fue reconocida, se cuentan el Premio Castilla y León de las Letras (2004), por toda su carrera literaria, el Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras, la Gran Cruz de la Orden de Alfonso X el Sabio y la Medalla de Oro de las Bellas Artes en 2006.

Fallece el 16 de marzo de 2011 a la edad de ochenta y cinco años, en su residencia de Mazcuerras (Cantabria). Unos días antes, el 8 de marzo, Día de la Mujer Trabajadora y su cumpleaños, en un acto solemne presidido por el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en el Palacio de Congresos de Madrid, se entregaron medallas de reconocimiento a grandes mujeres españolas por su lucha en favor de la igualdad de género. Entre ellas, a Josefina Aldecoa, que no pudo asistir al acto por su ya precario estado de salud.[3]

La directora del Instituto Cervantes, Carmen Caffarel, al conocer la noticia de su fallecimiento, declaró: “Josefina Aldecoa ha sido una de las grandes mujeres de la España del siglo XX. Nos abrió a las demás nuevos caminos con su actividad incesante y su ejemplo admirable. Fue una mujer valiente que descubrió vías innovadoras en el campo de la educación y de la literatura, y seguro que miles de exalumnos sienten hoy que le deben lo mejor de su formación. Por eso fue miembro del Patronato del Instituto Cervantes desde 2006 y formó parte del Consejo de Administración entre ese mismo año y 2009. Porque fue el paradigma perfecto de la mujer humanista”.

Principal aportación

La aportación de Josefina Aldecoa a la pedagogía fue la creación de un nuevo estilo de enseñanza, dando vida en 1959, en las postrimerías de la posguerra y en plena dictadura franquista, a un colegio al que justamente llamó Estilo, un lugar, un espacio en el que pudo materializar sus anhelos de una escuela libre, moderna y europeísta. Escritores, artistas e intelectuales le confiaron la formación de sus hijos.

Hoy todavía se sigue trabajando allí sin libros de texto, el arte sigue siendo una asignatura fundamental y los niños son quienes ilustran sus propios cuadernos.[4]

Bibliografia y webs consultadas

Josefina R. Aldecoa. Historia de una maestra. Editorial Anagrama. 1990.

Amelia Castilla. Memoria de un colegio. “Estilo”, una experiencia de educación en libertad sobre la base de la comunidad. Colección Memoria y crítica de la educación. Ed. Biblioteca Nueva, S.L. Madrid, 2002

https://es.wikipedia.org/wiki/Josefina_Aldecoa

http://www.bibliofiloenmascarado.com/2011/03/16/josefina-aldecoa

https://www.escritores.org/biografias/419-josefina-aldecoa

http://escritoras.com/escritoras/Josefina-Aldecoa

http://cultura.elpais.com/cultura/2011/03/16/actualidad/1300230006_850215.html

http://www.elmundo.es/elmundolibro/2004/04/07/protagonistas/1081333859.html

http://www.vilanova.cat/blog/armandcardona/?p=1517

http://www.colegioestilo.com/nuevaweb/

[1] Extraído de: https://es.wikipedia.org/wiki/Josefina_Aldecoa

[2] Extraído de: Historia de una maestra. Josefina R. Aldecoa. Ed. Anagrama. 1990. Pág. 126.

[3] Extraído de: http://www.bibliofiloenmascarado.com/2011/03/16/josefina-aldecoa

[4] Extraído de: http://www.colegioestilo.com/nuevaweb/historia-del-colegio-estilo