Lise Meitner

Lise Meitner, la descubridora de la fisión nuclear

La fisión nuclear supuso un descubrimiento inesperado en 1938, conseguido por Lise Meitner, aunque pocos lo saben porque padeció una feroz discriminación por ser mujer. Albert Einstein la llamaba «nuestra Madame Curie» y, en su honor, el elemento químico de número atómico 109 fue bautizado como meitnerio (Mt) en 1992.

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«Yo no he trabajado de ninguna manera en la fisión del átomo con la idea de producir armas mortíferas. No debéis culparnos a los científicos por el uso para la guerra que los políticos han hecho de nuestros descubrimientos» (Lise Meitner).

La fisión nuclear, o sea, la ruptura de los núcleos atómicos al ser bombardeados por neutrones generando una fantástica energía, supuso un descubrimiento inesperado en 1938. Pero ¿quién descubrió este importante fenómeno que fue el inicio de la era atómica? Pocos lo saben, pero su descubridora real fue Lise Meitner. Albert Einstein la llamaba «nuestra Madame Curie» cuando, en más de una ocasión, se refirió a ella y, en su honor, el elemento químico de número atómico 109, cuya creación demostró que las técnicas de fisión nuclear podían ser usadas para crear nuevos núcleos pesados, fue bautizado como meitnerio (Mt) en 1992.

La Universidad Humboldt de Berlín, que fue, desde su fundación en 1810 punto de encuentro para académicos de toda Europa –Max Planck, Robert Koch o Emil Fisher son algunos de sus numerosos premios nobel–, está plagada de retratos colgados en sus paredes de todas las celebridades masculinas que allí han estudiado y enseñado. Pero existe también un pasillo largo y frío, olvidado y silencioso, donde se exhiben los retratos de las mujeres que investigaron y ejercieron allí la docencia, dejando un legado para la humanidad imposible de borrar. Son mujeres que nos miran de frente, desafiantes, seguras de que algún día les llegará el reconocimiento de una sociedad que las trató injustamente solo por pertenecer al género femenino. Lise Meitner fue una de estas valientes y tenaces mujeres. Ella supo enfrentarse al medio y halló motivación suficiente para dedicarse a su vocación investigadora rodeada de una comunidad masculina, entre la que tuvo que abrirse paso a base de un titánico esfuerzo y una voluntad admirable.

Lise Meitner nació en Viena el 17 de noviembre de 1878 y murió en Cambridge el 27 de octubre de 1968, cuando le faltaba menos de un mes para cumplir los noventa años. Su vida fue una mezcla de triunfos científicos y tragedia personal a lo largo de un período muy oscuro de la historia, plagado de guerras, intolerancias de género y fanatismos racistas.

Educada en la fe protestante, aunque de origen judío, era la tercera hija de un abogado muy liberal y de una genial pianista que enseñó música a sus ocho hijos. Su carácter era tímido y cariñoso, pero de naturaleza sociable y siempre dispuesta a hacer amigos, pasando gran parte de su infancia dedicada a cuidar de sus cinco hermanos menores y siendo una gran ayuda para su madre.

Lise quería estudiar Medicina, Física y Matemáticas, pero a las mujeres de su época no se les permitía estudiar más allá de los catorce años, con lo cual y sin poder asistir al Instituto de Viena por su condición femenina, obtuvo por libre el título de profesora de francés, pues su padre consideraba que era «más propio de una señorita» dar clases de francés que de física para ganarse la vida. No obstante, ella insistía en seguir estudiando y se preparó el acceso a la Universidad, que constaba de cuatro años, en solo dos, al cabo de los cuales logró por fin entrar y estudiar física con Ludwig Boltzmannn, que le presentó la física como una batalla por la verdad última, visión que entusiasmó desde entonces a Lise.

Un detalle curioso es que cuando se doctoró, la prensa local publicó la noticia «rebautizando» su tesis titulada Problemas de la Física Cósmica como Problemas de la Física Cosmética. Lise Meitner era la segunda mujer que obtenía un doctorado en Física por la Universidad de Viena, llamando la atención en Berlín de Max Planck que, a pesar de sus conocidas reservas en contra de la formación universitaria de las mujeres, la admitió como libre oyente para hacer los estudios postdoctorales en sus clases.

Otto Hahn no citó sus treinta años de investigación con Lise Meitner cuando recogió el Premio Nobel en 1944. Nadie comprendió por qué habiendo sido nominados los dos juntos en 1939 ahora se le concedía el premio únicamente a él.

En 1907 Lise solicitó una plaza en el Instituto Kaiser Wilhem de Berlín, en el Laboratorio de Química de Emile Fisher, donde no se permitía trabajar a las mujeres, pero este la aceptó tras obligarla a prometer que nunca entraría en los laboratorios cuando hubiera hombres y sin tener derecho a remuneración alguna por su trabajo, lo cual le hizo tener que depender de la escasa ayuda que le podía aportar su familia. Allí conoció al químico Otto Hahn, siendo el comienzo de una larga y compleja relación profesional y sentimental que le trajo no pocos sinsabores. «Cuando le planteé la colaboración a Emil Fisher, –escribe O. Hahn–, este le otorgó un permiso a la señorita Meitner para que trabajase conmigo en la carpintería del sótano: le solicitó, sin embargo, que no entrase al piso superior, ya que sentaría un mal precedente». Este sótano tenía una entrada independiente, y cuando Lise tenía que ir al baño, debía desplazarse hasta el restaurante más cercano, además de asumir todas las condiciones impuestas por el machismo reinante.

1913 fue un buen año para Lise: Max Planck la nombró primera ayudante de laboratorio y consiguió su primer sueldo –por supuesto, muy por debajo del que recibía su amigo Otto–, pero ambos pudieron trabajar en la  sección de radioactividad del llamado Laboratorio Hahn-Meitner.

El inicio de la guerra interrumpió sus investigaciones. Otto se marchó al frente y Lise trabajó como enfermera haciendo radiografías para localizar las balas de los soldados heridos, y cuando ambos coincidían en permisos, continuaban trabajando en la separación de sustancias radiactivas de la pechblenda. En 1917 descubrieron el protactinio, un nuevo radioelemento, y en 1918 fue nombrada codirectora del Instituto.

Con la llegada del nazismo, Lise tuvo que huir a Estocolmo, donde pudo continuar su labor a pesar de los muchos obstáculos que tuvo que salvar por su condición femenina y judía, siguiendo en contacto por correspondencia con Hahn. En 1919 fue la primera mujer que obtuvo la plaza de profesora de universidad.

La Asociación de Química Alemana condecoró a Hahn con la medalla Emil Fischer. El tribunal ofreció entonces una copia de la medalla a Meitner, pero sin un reconocimiento explícito de su contribución. Lise entonces no dijo nada, pero simplemente no fue a la ceremonia a recoger su copia.

1932 y 1933 fueron años muy fructíferos para la física mundial. El descubrimiento del neutrón por Chadwick permitió comprender las partículas que habitaban en el núcleo. Por su parte, gracias al desarrollo de nuevas técnicas, Meitner detectó por primera vez un positrón (la antipartícula del electrón, que posee la misma masa pero carga opuesta), avanzando en la comprensión del espectro beta y gamma y las partículas alfa de largo alcance.

El descubrimiento en 1938 de que un neutrón podía partir en dos el núcleo de un átomo, representó para los científicos una auténtica sorpresa. Ninguna teoría física había predicho la fisión nuclear, ni sus descubridores podían imaginar que terminaría por aplicarse a la bomba atómica y a las centrales nucleares modernas. Más controvertido aún era a quién había que reconocer como autor de un avance tan decisivo. El descubrimiento de la fisión nuclear era el resultado de cuatro años de investigación de la física Lise Meitner y los químicos Otto Hahn y Fritz Strassmannn en su laboratorio de Berlín. Lise, por su ascendencia judía, tuvo que huir de Alemania perseguida por la policía y, poco después, Hahn y Strassmann anunciaban el descubrimiento sin hacer referencia a su decisiva aportación. Lo curioso fue que, para explicar el proceso, tuvo que ser requerida la intervención de Lise, y fue ella la que hizo pública ante los asombrados científicos la explicación correcta de la fisión. Pero una vez más, la injusticia se cebó en la discriminación de género y el Premio Nobel de Química de 1944 se le concedió a Hahn en solitario, llegando este a decir no solo que él era el único inventor de la fisión nuclear, sino que la hubiera descubierto antes si Meitner no le hubiera entorpecido en sus experimentos.

Lise Meitner fue la única que rechazó la invitación hecha a los científicos para unirse al Proyecto Manhattan, pues ella se negaba a participar en cualquier proyecto cuyo objetivo fuera la construcción de armas de destrucción masiva. No solo no fue la «madre judía de la bomba atómica», como la quisieron llamar, sino que luchó toda su vida por el uso pacífico de la energía nuclear. Quizás gracias a las normas de seguridad y cuidado exquisito que siempre impuso en su laboratorio, su salud no se vio afectada por el manejo de sustancias radiactivas, e incluso a los ochenta y un años seguía impartiendo conferencias y clases magistrales con gran éxito.

En su visita a Estados Unidos en 1946 fue recibida con todos los honores y la prensa americana la nombró «Mujer del Año» por el National Women’s Press Club, título que le entregó el presidente Truman. A pesar de no haber recibido el Premio Nobel, tuvo muchos reconocimientos a su carrera: el Premio de la Ciudad de Viena a la Ciencia en 1947, la Medalla Max Planck en 1949, el Premio Otto Hahn en 1955, la Medalla Wilhelm Exner en 1960 y la Medalla Dorothea Schlözer de Göttingen en 1962 de la Sociedad Alemana de Física, entre otros muchos galardones.

En 1960 se trasladó a Cambridge para estar cerca de su familia y falleció en 1968, a punto de cumplir los noventa años. Al igual que Florence Nightingale y Marie Curie, Lise Meitner es considerada un icono feminista del siglo XX por sus grandes esfuerzos y sus logros.