Rigoberta Menchú

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Rigoberta Menchú es una líder indígena guatemalteca. Defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO, Premio Nobel de la Paz (1992) y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998), lideró de forma pacífica la lucha contra la sistemática violación de los derechos humanos a los que se veían sometidos los campesinos indígenas. Frente a la represión y la violencia, ella optó por la vía de la educación, el coraje y la denuncia social.


Rigoberta Menchú, la voz de los pueblos indígenas
Rigoberta Menchú Tum es una líder indígena guatemalteca, actualmente al frente de las luchas sociales en el ámbito nacional e internacional. Defensora de los derechos humanos, embajadora de buena voluntad de la UNESCO, Premio Nobel de la Paz (1992) y Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional (1998), lideró de forma pacífica la lucha contra la sistemática violación de los derechos humanos a los que se veían sometidos los campesinos indígenas, bajo el yugo del régimen guatemalteco. Frente a la represión y la violencia, ella optó por la vía de la educación, el coraje y la denuncia social.
Desde joven, se involucró en las luchas reivindicativas de los indígenas y campesinos, lo que le supuso la persecución política y el exilio. Se refugió en México a los veintiún años, donde fue acogida en Chiapas por el obispo Samuel Ruiz García, una figura fundamental en su vida. Al año siguiente, regresó a Guatemala, pero muy pronto tuvo que refugiarse en Nicaragua, y luego, de nuevo, en México.
Desde allí inició una serie de viajes, y participó en el grupo de trabajo de la ONU sobre poblaciones indígenas.
Rigoberta nació en 1959 en San Miguel Uspantán (El Quiché), en una numerosa familia campesina de la etnia indígena maya-quiché. Su padre, campesino y activista en defensa de las tierras y los derechos de su pueblo, y su madre, una partera indígena, profesaban la fe católica, junto con un arraigado sentimiento por su tradición indígena.
Ya desde muy temprana edad, trabajó en el campo. Así, conoció la represión, la pobreza extrema y la violencia, armas con que las clases dominantes guatemaltecas tratan de contener las aspiraciones de justicia social del campesinado, circunstancias que llevaron a la muerte a dos de sus hermanos. Años más tarde, Rigoberta decide instalarse en la ciudad de Guatemala, donde trabajó como empleada doméstica. Allí, reafirmó la magnitud de la injusticia hacia los indígenas.
Los indígenas fueron despojados de las tierras en las cuales vivían por los terratenientes. Según palabras de Rigoberta, «Fue un elemento importante para mí cuando aprendí a distinguir a los enemigos. Entonces, el terrateniente era un gran enemigo para mí. El soldado también era un enemigo criminal, y los ricos, en general».
Desde entonces, su padre entró a formar parte de los sindicatos, siendo un referente para su pueblo. Ello le valió el encarcelamiento, la clandestinidad y ser quemado vivo. Su hermano menor fue secuestrado y asesinado por el Ejército, y su madre moriría violada y torturada.
Mientras sus hermanos optaban por unirse a la guerrilla, Rigoberta inició una campaña pacífica de denuncia del régimen guatemalteco, sin otra ideología que el cristianismo revolucionario de la «teología de la liberación».
Rigoberta era consciente de la gran barrera que obstaculizaba la unidad de las comunidades indígenas, las 22 lenguas diferentes, así que decidió aprender cakchiquel, zutuhil y castellano, con ayuda de las monjas.
Años más tarde, Rigoberta lograría el reconocimiento de los 23 idiomas vernáculos guatemaltecos como «idiomas nacionales», con lo cual se autorizó la utilización de los idiomas en las actividades públicas, educación, salud, etc.
En 1979, fue miembro fundadora del CUC (Comité de Unidad Campesina) y de la RUOG (Representación Unitaria de la Oposición Guatemalteca), de la que formó parte de su dirección hasta 1992.
El Ejército llevaba a cabo su campaña contra la población sospechosa de pertenecer a la oposición armada. Rigoberta escapa a la represión, exiliándose en México. Allí, publicó su autobiografía en 1983; recorrió el mundo con su mensaje y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En 1988 regresó a Guatemala, protegida por su prestigio internacional, para continuar denunciando las injusticias.
La guerra civil de Guatemala tuvo lugar entre 1962 y 1996. Las dictaduras cometieron las más grandes atrocidades hacia la población indígena, a través de mecanismos de terror. Rigoberta denunció por primera vez al dictador y exgeneral Efraín Ríos Montt en Madrid, en 1992, en el Tribunal de los Pueblos.
Tras los acuerdos de paz entre el Gobierno y la guerrilla, en los que Rigoberta participó como mediadora, serían reconocidos los hechos denunciados por ella en el informe «Memorias del silencio», informe que fue llevado a cabo por la CEH (Comisión para el Esclarecimiento Histórico, auspiciada por las Naciones Unidas).
La CEH recomendó medidas de reparación a las víctimas, que incluyen restituciones de derechos, de respeto a las víctimas y la creación del Programa Nacional de Resarcimiento para regular la implementación de estas medidas, medidas reiteradamente incumplidas por las autoridades de Guatemala.
Años más tarde, el exgeneral Efraín Ríos Montt sería declarado culpable por crímenes contra la humanidad.
En 1992, Rigoberta fue galardonada con el Premio Nobel de la Paz, en reconocimiento por su lucha por la justicia social y la reconciliación etnocultural. Fue en su momento la ganadora más joven del Nobel y la primera indígena en ganar ese premio.
Con los fondos recabados con el premio, estableció la Fundación Rigoberta Menchú Tum. Trabajó para que las Naciones Unidas declararan el «Decenio Internacional por una Cultura de Paz y No-Violencia para los Niños del Mundo.
En 1998 obtuvo el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional, por su trabajo en defensa y dignificación de la mujer.
En 2004, comienza su labor en la fundación Comparte, para la educación y defensa de los derechos de los niños.
En 2006 participó como embajadora de buena voluntad de la Unesco.
El profundo amor que profesa a sus raíces indígenas, el sueño de un mundo más justo e igualitario y su incansable lucha, hacen de Rigoberta una mujer excepcional capaz de transmitir y despertar conciencias. En la actualidad, es reconocida y considerada como una autoridad moral, y lleva a cabo su trabajo con líderes políticos mundiales, así como a través de la fundación que lleva su nombre.
«El tesoro más grande que tengo en la vida es la capacidad de soñar. En los momentos más difíciles, en las situaciones más duras y complejas he sido capaz de soñar con un futuro más hermoso» (Rigoberta Menchú Tum).
Bibliografía
Wikipedia
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/menchu.htm
http://www.iidh.ed.cr/comunidades/diversidades/docs/div_enlinea/biografia%20rigoberta%20menchu%20ii.htm
http://www.envio.org.ni/articulo/759
http://elpais.com/diario/2007/09/10/internacional/1189375208_850215.html
http://ccaa.elpais.com/ccaa/2013/08/18/valencia/1376837748_262346.html
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/05/11/actualidad/1368297982_842299.html
http://internacional.elpais.com/internacional/2013/03/18/actualidad/1363639880_080393.html
VIDEO https://www.youtube.com/watch?v=2C-qmMLIBQY