Eva Perón

María Eva Duarte de Perón nació en 1919 en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Pasó estrecheces económicas durante la infancia pero logró alcanzar renombre como actriz. Sus vivencias marcaron su futura vocación política. Casada con Juan Domingo Perón, impulsó avanzadas leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, y desarrolló una amplia acción social dirigida a los grupos más pobres y marginados.

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María Eva Duarte de Perón

Su historia dio comienzo el 7 de mayo de 1919 en la localidad de Los Toldos (provincia de Buenos Aires, Argentina), cuando Juana Ibarguren dio a luz. Fue precedida por cuatro hermanos: Elisa, Blanca, Juan y Erminda. Si bien se la conoce de origen humilde, pertenecía a una influyente familia de Chivilcoy (provincia de Buenos Aires); era hija ilegítima de Juan Duarte, hombre próspero y de prestigio entre los conservadores de la época pero, en 1919, ya no era tiempo de conservadores y las dificultades económicas comenzaron a hacerse presentes.

La situación se agravó con el fallecimiento de Juan Duarte, sucedido en enero de 1926 en Chivilcoy. Se dice que la familia entera había viajado a la ciudad a fin de asistir al velatorio, en el que la familia legítima le había prohibido la entrada, pero, gracias a la intervención de un hermano político de Juan Duarte, pudieron acompañar el cortejo y asistir al entierro.

A partir de entonces, el problema de la subsistencia –recordaría Erminda en su libro Mi hermana Evita «se convirtió en una lucha que día a día tomaba nuevas formas».[1]

Apenas cumplidos sus ocho años pudo comenzar la escuela primaria. En tercer grado, comenzó a destacarse por su afición a declamar poesías.

Su «extraña y profunda vocación artística», como dijo la propia Eva, creció conjuntamente con el cine del pueblo, las audiciones radiofónicas y las colecciones de fotos de artistas. Fue en 1935 cuando tenía clara su vocación: ser actriz. Así que a la edad de dieciséis años emigró a la ciudad de Buenos Aires. Luego de varios años de estrechez económica, logró alcanzar renombre en el teatro, el radioteatro y el cine.

Las dolorosas vivencias de su infancia habían dejado imborrables huellas en su memoria que marcarían su futura vocación política, según hizo alusión más tarde en su libro La razón de mi vida:

«Para explicar mi vida de hoy, es decir, lo que hago, de acuerdo con lo que mi alma siente, tuve que ir a buscar, en mis primeros años, los primeros sentimientos…». «De cada edad guardo el recuerdo de alguna injusticia que me sublevó desgarrándome íntimamente».[2]

En 1943 fue una de las fundadoras de la Asociación Radial Argentina (ARA), de la que fue elegida presidenta al año siguiente.

En un acto de recaudación de fondos para las víctimas del terremoto de San Juan, en enero de 1944, conoció al coronel Juan Domingo Perón, entonces secretario de Estado del Gobierno de facto.

En el transcurso de 1945 Perón había sido destituido de sus cargos y confinado en la isla Martín García. Entonces mostró Eva su gran energía y carisma para conectar con los sectores nacionalistas del Ejército afines a él y con los trabajadores que se habían beneficiado de las medidas sociales impulsadas por Perón desde su puesto. Dicha campaña de agitación social culminó el 17 de octubre, cuando miles de trabajadores, a los que ella llamó «descamisados» ocuparon el centro de Buenos Aires para exigir la libertad del político, una de las mayores manifestaciones populares habidas en el país hasta entonces.

Liberado Perón, contrajeron matrimonio ese mismo año. Eva participó activamente en la campaña por las elecciones presidenciales de su marido en 1946, siendo la primera mujer argentina en hacerlo, y de la que obtuvo Perón un triunfo rotundo.

Una vez instaurado en el Gobierno, el peronismo en general y Evita en particular, impulsaron avanzadas leyes antidiscriminatorias para igualar a las mujeres con los varones y a los niños entre sí, sin importar la naturaleza de las relaciones entre sus padres, si bien estos proyectos fueron muy resistidos por la oposición, la Iglesia y las Fuerzas Armadas.

Finalmente se logró, por un lado, la sanción en 1947 de la ley de sufragio femenino y, por otra parte, en 1954, dos años después de su muerte, sancionar una ley eliminando las discriminaciones más infamantes respecto a hijos (adulterinos, sacrílegos, naturales, etc., cuya distinción constaba en la ley antes vigente y aun en actas de nacimiento), aunque se mantuvo la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos.

En junio de 1947, fue invitada oficialmente por el Gobierno español; así emprendió una gira que la llevó por España, Italia, Portugal, Francia, Suiza, Mónaco, Brasil y Uruguay.

Reconocida en España, recibió la más alta condecoración: la Gran Cruz de Isabel la Católica. Donde iba, el programa de visitas y recepciones incorporaba el recorrido por los barrios obreros y obras sociales. A la vez que dejaba donativos, buscaba la lección europea, en materia de acción social.

En 1948 creó la Fundación Eva Perón, a través de la cual desarrolló una amplia acción social dirigida a los grupos más pobres y marginados. La Fundación construyó hospitales, asilos, escuelas, impulsó el turismo social creando colonias de vacaciones, difundió el deporte entre los niños mediante campeonatos, otorgó becas para estudiantes, ayudas para la vivienda y promocionó a la mujer en diversas facetas.

En 1949 fundó el Partido Peronista Femenino, que presidió hasta su muerte.

Adoptó una posición activa en las luchas por los derechos sociales y laborales y se constituyó en vínculo directo entre Perón y los sindicatos.

En 1951, para las primeras elecciones presidenciales con sufragio universal, el movimiento obrero propuso a Evita, como la llamaba la población, como candidata a vicepresidenta; sin embargo, ella renunció a la candidatura el 31 de agosto, conocido como el Día del Renunciamiento, presionada por las luchas internas en el peronismo y la sociedad, ante la eventualidad de que una mujer apoyada por el sindicalismo pudiera llegar a vicepresidenta.

Debido a un fulminante cáncer de útero, falleció el 26 de julio de 1952, a la edad de treinta y tres años. Recibió honores oficiales, siendo velada en el Congreso de la Nación y en la central sindical (CGT), con un reconocimiento multitudinario sin antecedentes en el país. Su cuerpo fue embalsamado y ubicado en la CGT. La dictadura cívico-militar autodenominada Revolución Libertadora secuestró y profanó su cadáver en 1955, ocultándolo durante dieciséis años.

Bibliografía

http://www.me.gov.ar/efeme/evaperon/accion.html

http://www.biografiasyvidas.com/biografia/p/peron_eva.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/Eva_Per%C3%B3n

www.evitaperon.org/mi_hermana_evita.htm

[1] Erminda Duarte: Mi hermana Evita, pág. 20. Ediciones Centro de Estudios Eva Perón, Bs. As., 1972.

[2] Eva Duarte de Perón, La razón de mi vida. Ediciones Peuser, Bs. As.,1951.